domingo, 27 de marzo de 2011

JUSTIFICACIÓN

En la Iglesia, el Espíritu Santo llama por su nombre a cada bautizado a dar su aportación al advenimiento del Reino de Dios. En el estado laical se dan varias vocaciones, es decir, distintos caminos espirituales y apostólicos en los que están involucrados cada uno de los fieles, de forma personal y grupal. En el cauce de una vocación laical común florecen vocaciones laicales particulares[1], entre las cuales la del catequista.  

Así pues, el catequista constituye una vocación laical particular, 'una singular e insustituible contribución a la propagación de la fe y de la Iglesia (AG 17), una fuerza de primer orden para la evangelización; de allí la necesidad de que cada iglesia local les haga capaces de impartir no sólo una enseñanza, sino una formación cristiana integral, desarrollando tareas de iniciación, de educación en la fe, de celebración de la fe en los Sacramentos y de estructuración de la comunidad cristiana, “La pastoral catequética diocesana y parroquial deben dar absoluta prioridad a la formación de catequistas laicos” DGC 234..  Esto se hace posible a través de múltiples instrumentos, uno de ellos lo constituyen las escuelas de formación catequística. 

Por ello, las parroquias San Juan Bosco y San Calixto Caravario, atendiendo al servicio que le pide la Iglesia en la Zona Pastoral San Pedro en la cual está ubicada, busca en cada catequista, a través de la escuela:

Una formación bíblico-teológica
Además de discípulo de Jesucristo, de educador y de testigo de la fe, de testimonio de vida, el catequista debe ser maestro que enseña la fe de la Iglesia.  Por consiguiente, debe poseer una formación bíblico-teológica que le proporcione un conocimiento del mensaje cristiano articulado en torno al misterio central de la fe que es Jesucristo, Verbo del Padre.

Una formación en las ciencias humanas auxiliares de la catequesis
Junto con el conocimiento y el buen empleo de los principios teológico-bíblicos, el catequista debe también conocer y saber emplear algunas de las ciencias que sirven de ayuda a la catequesis, ciencias que le permiten conocer al hombre, la realidad dentro de la que vive y actúa, y la manera de comunicar los contenidos de la fe.  Ciencias auxiliares como: la educación, la comunicación, la psicología, la antropología,  la pedagogía, la didáctica.  El hecho de referirnos a ellas como auxiliares, refiere la necesidad que estén sometidas a los principios teológico-bíblicos y puestas al servicio de la acción evangelizadora.

Una formación espiritual
El catequista por su vocación particular y para enriquecer su ministerio, debe estar cercano a Aquel a quien anuncia, debe ser un hombre de profunda vida espiritual.  La espiritualidad surge de una vida animada por el Espíritu que apasiona en la búsqueda de la santidad, en el seguimiento y en la entrega al prójimo. Vivir en la fe supone una espiritualidad profunda y encarnada, desarrollada con la ayuda del Espíritu Santo.  Para crecer en una espiritualidad cristiana auténtica, es necesario unirnos cada vez más a Jesús, a su Persona y a su Propuesta.


[1] Cf. JUAN PABLO II., Ex. Ap. Christifideles Laici, 30 diciembre 1988, 56: AAS 81 (1989) 504-506